Rev.
Ciencias Médicas. Noviembre-diciembre, 2015; 19 (6):996-1005
Caracterización clínica-epidemiológica de la enfermedad cerebrovascular en el adulto mayor
Clinical and epidemiological characterization of cerebrovascular disease in the elderly
Raquel Piloto González1, Guillermo Luis Herrera Miranda2, Yisel de la Caridad Ramos Aguila3, Diana Belkis Mujica González4, Millelys Gutiérrez Pérez5
1Especialista
de Primer Grado de Medicina General Integral e Higiene y
Epidemiología. Policlínico universitario "Luis
Augusto Turcios Lima". Pinar del Río. Correo electrónico:
lisitania@princesa.pri.sld.cu
2Especialista
de Segundo Grado Medicina Interna. Doctor en Ciencias Pedagógicas.
Máster en Educación Médica superior. Profesor
Titular. Policlínico universitario "Hermanos Cruz".
Pinar del Río. Correo electrónico:
guillermol@princesa.pri.sld.cu
3Especialista
de Primer Grado de Medicina General Integral e Higiene y
Epidemiología. Máster en Longevidad Satisfactoria.
Asistente. Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y
Microbiología de Pinar del Río. Correo electrónico:
yisel72@princesa.pri.sld.cu
4Especialista
de Primer Grado de Medicina General Integral. Asistente. Policlínico
universitario "Luis Augusto Turcios Lima". Pinar del Río.
Correo electrónico:
dianamujica@princesa.pri.sld.cu
5Especialista
de Primer Grado en Medicina General Integral e Imageneología.
Instructora. Máster en Atención Integral al niño.
Policlínico universitario "Hermanos Cruz" Pinar del
Río. Correo electrónico:
millelysgutierrez@princesa.pri.sld.cu
Recibido: 30
de julio de 2015.
Aprobado:
4 de
noviembre de 2015.
RESUMEN
Introducción:
la enfermedad cerebrovascular
constituye un importante problema de salud en la población en
general y en los adultos mayores en particular.
Objetivo:
describir las características
clínicas y epidemiológicas de la enfermedad
cerebrovascular en adultos mayores del Policlínico
universitario "Hermanos Cruz de Pinar del Río.
Material
y método: se
realizó una investigación observacional, descriptiva y
transversal. El universo (U=11541) estuvo constituido por los adultos
mayores y la muestra los que se diagnosticaron con una enfermedad
cerebrovascular (n=451) en estos años, pertenecientes a dicho
policlínico. Para la obtención de la información
se aplicó una encuesta validada por el Ministerio
de Salud Pública de Cuba
que recogió datos generales del paciente, tipo de ictus,
factores de riesgo presentes, método utilizado para corroborar
el diagnóstico, secuelas y nivel de recuperación. El
procesamiento estadístico de los datos se realizó
utilizando frecuencias absolutas y porcentajes.
Resultados:
predominó
el ictus isquémico en los de 75 años y más, del
sexo masculino. Los factores de riesgos más frecuentes fueron
hipertensión arterial y diabetes mellitus. El diagnóstico
clínico fue certero en la totalidad de los pacientes,
realizándose tomografía axial computarizada solo a un
por ciento de los mismos, comprobándose que el tipo isquémico
fue más frecuente. Las secuelas que prevalecieron fueron
trastornos de la memoria y dificultad para la marcha, lográndose
una mayor recuperación motora con la práctica diaria o
al menos 3 veces por semana de ejercicio físico.
Conclusiones:
la eliminación
de los factores de riesgos y el diagnóstico oportuno permite
una mayor recuperación de los pacientes con enfermedad
cerebrovascular.
DeCS: Trastornos cerebrovasculares; Factores de riesgo; Rehabilitación.
ABSTRACT
Introduction:
Cerebrovascular
disease is a major health problem in the general population
particularly in the elderly.
Objective:
to describe the
clinical and epidemiological characteristics of cerebrovascular
disease in the elderly at Hermanos Cruz university polyclinic in
Pinar del Río.
Materials
and methods: an
observational, descriptive and cross-sectional study was conducted.
The target group (U = 11541) comprised all the elderly and the sample
those who were diagnosed with cerebrovascular disease in recent years
(n = 451), all of them belonging to this polyclinic. To obtain
information a survey validated by the Ministry of Public Health in
Cuba was applied, collecting the general data of patients, type of
stroke, risk factors, methods used to confirm the diagnosis, sequelae
and recovery level. Statistical data processing was performed using
absolute frequencies and percentages.
Results:
ischemic stroke
predominated in male patients (75 years and older). The most frequent
risk factors were hypertension and diabetes mellitus. Clinical
diagnosis was accurate in all patients, performing CT scan only to
one percent of them, verifying that ischemic type was the most
frequent. The prevailing sequelae were memory disorders and gait
difficulties, achieving greater motor recovery with the practice of
daily exercise or three times a week at least.
Conclusions:
the elimination
of risk factors and the early diagnosis allow a greater recovery of
patients with cerebrovascular disease.
DeCS: Cerebrovascular disorders; Risk factors; Rehabilitation.
INTRODUCCIÓN
El envejecimiento progresivo de la población mundial está planteando nuevos retos a la medicina moderna. Los ancianos van pasando a ser la mayor parte de la población mundial.1 Esta situación demográfica trae aparejada una cantidad variada de problemas clínicos y epidemiológicos asociados a edades avanzadas. Dentro de ellos, las enfermedades neurológicas ocupan un lugar preponderante, sobre todo después de los 70 años.1
En la actualidad, el problema más importante de la neurología lo constituyen las enfermedades cerebrovasculares (ECV),2 la enfermedad neurológica aguda más frecuente y una de las principales causas de muerte, discapacidad y la minusvalía en el adulto.3
La (ECV) se clasifica en eventos isquémicos y hemorrágicos. Los primeros son más frecuentes y pueden ocurrir por aterotrombosis de vasos de diverso calibre; también pueden ser embólicos o hemodinámicos cuando se afecta la perfusión cerebral. La (ECV) hemorrágica se debe en la mayoría de los casos a la hemorragia subaracnoidea espontánea, las malformaciones vasculares o hemorragia intracerebral espontánea.4
En aquellos que no mueren genera una notable incapacidad física y laboral, del 50 al 70% de los que sobreviven quedan con secuelas, repercutiendo en la esfera psicológica, económica y social, todo lo cual ha obligado a emplear múltiples recursos con el fin de atenuar las pérdidas de vidas humanas que alcanzan niveles considerables cada año, así como para disminuir el grado de invalidez que presentan estos pacientes.5
Se entiende por enfermedad cerebrovascular aquellos trastornos en los que hay un área cerebral afectada de forma transitoria o permanente, por isquemia o hemorragia y/o cuando uno de los vasos sanguíneos cerebrales están afectados por un proceso patológico.1
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la (ECV) se define como el desarrollo rápido de signos clínicos de disturbios de la función cerebral o global con síntomas que persisten 24 horas o más, o que llevan a la muerte con ninguna otra causa evidente que el origen vascular.1,6
Un estudio de la (OMS) reveló que existe una incidencia de 200 casos por 100 000 habitantes y una morbilidad de alrededor de 40 casos por 100 000 habitantes, por lo que afecta alrededor del 1% de la población adulta (15 años o más), entre el 4 y el 5% de los mayores de 50 años y entre el 8 y el 10% de las personas de 65 años y más.2
En los Estados Unidos, por ejemplo, la incidencia anual de pacientes nuevos con enfermedades cerebrovasculares es estimada en quinientas mil personas, y se considera que existen de cincuenta a cien defunciones por cada cien mil habitantes al año, debido a esa causa.7
En los últimos años, en el país se ha incrementado la mortalidad por (ECV), debido a la extensión de la expectativa de vida de los cubanos que es casi de 80 años.5 En el 2012, la tasa de mortalidad por (ECV) fue de 79,4 por 100 mil habitantes, y en el 2013 fue de 80,7.8 Es también la segunda causa de muerte en el grupo etáreo mayor de 65 años y es la primera causa de invalidez en el mundo.3
Se conoce que cada 53 segundos ocurre un evento cerebrovascular y cada 3,3 minutos muere una de estas personas;6 que una de cada diez personas que sufre accidente vascular encefálico muere en el primer ataque, casi la mitad de los que sobreviven mueren en un plazo de 4 a 5 años, y que es la recurrencia la causa más frecuente de la pérdida de la vida.5
Entre cinco y ocho por cada mil personas mayores de 25 años podrían estar afectadas por incapacidad en relación con un ictus previo, lo que afecta directamente el ámbito familiar y a escala institucional.2
Existe un grupo de personas con especial predisposición a desarrollar enfermedades cerebrovasculares, pues reúnen uno o más de los llamados factores de riesgo como son: la edad de 50 años o más, la hipertensión arterial (HTA), la diabetes mellitus (DM), hipercolesterolemia, cardiopatías isquémicas, tabaquismo y obesidad.2
Las enfermedades cerebrovasculares están relacionadas con un largo período de incapacidad laboral, alto grado de invalidez y notable dificultad para la readaptación social y laboral. Es la causa más mortal e incapacitante de las enfermedades neurológicas.2
Por su alta frecuencia de presentación, su elevada mortalidad y por constituir la primera causa de discapacidad permanente en el adulto fue que se desarrolló esta investigación con el objetivo de describir las características clínicas y epidemiológicas de la enfermedad cerebrovascular en adultos mayores.
MATERIAL Y MÉTODO
Se realizó una investigación observacional, descriptiva, transversal en adultos mayores del Policlínico universitario "Hermanos Cruz", Pinar del Río, en el período comprendido del año 2011 a 2012.
El universo (U=11541) estuvo constituido por todos los adultos mayores y la muestra por los que se diagnosticaron con una enfermedad cerebrovascular (ECV) (n=451) en estos años, pertenecientes a dicha área de salud. Para la obtención de la información los pacientes fueron visitados en sus hogares y previo consentimiento informado se les aplicó una encuesta validada por el Ministerio de Salud Pública de Cuba. En el caso de que no pudieron cooperar por el deterioro de su estado de salud físico y mental se les preguntó a sus familiares.
La encuesta recogía datos generales del paciente (edad y sexo), tipo de ictus (isquémico o hemorrágico), factores de riesgo presentes (hipertensión, hipertrigliceridemia, hipercolesterolemia, diabetes mellitus, cardiopatía isquémica, consumo de tabaco y de alcohol), método utilizado para corroborar el diagnóstico (clínico y/o tomografía axial computarizada (TAC), secuelas (trastornos de la memoria, del lenguaje, dificultad para la marcha, parálisis facial y postración total) y nivel de recuperación según la práctica de ejercicios físicos. El procesamiento estadístico de los datos se realizó utilizando frecuencias absolutas y porcentajes.
RESULTADOS
El ictus isquémico predominó en el 69,2%, siendo más frecuente en el grupo de 75 y más años (Tabla 1).
Predominó en el sexo masculino ambos tipos de (ECV) en un 57,9% (Tabla 2).
Predominó la (HTA) en ambos tipos de enfermedad cerebrovascular, seguidos de la diabetes y el tabaquismo en el isquémico, y de la cardiopatía isquémica y la diabetes mellitus en el hemorrágico (Tabla 3).
La confirmación del diagnóstico de (ECV), por el método clínico, predominó en el 100% de los pacientes sobre el diagnóstico tomográfico. En el diagnóstico por (TAC) prevaleció la (ECV) de tipo Isquémico (Tabla 4).
Los trastornos de la memoria predominaron en ambos tipos de (ECV), seguidos de la dificultad para la marcha (Tabla 5).
Del total de pacientes se recuperaron el 48,3% y no se recuperaron el 18,9%; la actividad física diaria, al menos 3 veces por semana, logró un mayor nivel de recuperación neurológica. En cuanto al grupo de enfermos que no practicaron ejercicios, en un 58,8% no se recuperaron (Tabla 6).
DISCUSIÓN
La enfermedad cerebrovascular es un problema de salud con un alto impacto social y económico, porque afecta a un gran número de personas funcional y laboralmente activas, genera incapacidades y secuelas y tiene costos elevados para el sistema de salud.4
Según su naturaleza, la (ECV) se puede presentar como isquemia o como hemorragia, con una proporción en torno al 80% y 20% respectivamente.9 En este estudio, se observa que predominó la enfermedad isquémica, coincidiendo con lo encontrado en otras investigaciones.10
El mayor predominio del sexo masculino fue similar a lo reportado por otros autores, pues se atribuye mayor frecuencia de aterosclerosis a los hombres y a la protección hormonal de la mujer en edad fértil. La lesión característica de la aterosclerosis es la placa de ateroma, que puede provocar infarto por la oclusión de la arteria (oclusión aterotrombótica) o el embolismo arterial, o al asociarse a factores hemodinámicos como la hipotensión, los pacientes que presentan estas condiciones corren mayor riesgo de padecer un ictus.11
En relación a los factores de riesgo presentes, los encontrados en este estudio fueron similares a los hallados por otros investigadores, donde la hipertensión arterial, la cardiopatía isquémica, la diabetes mellitus y el tabaquismo estuvieron entre las primeras condiciones de riesgo para la enfermedad cerebrovascular.3, 4, 11
Es importante resaltar que la hipertensión arterial constituye el principal factor de riesgo para las enfermedades cerebrovasculares. La relación entre la hipertensión arterial y la enfermedad cerebrovascular es una de las más conocidas y documentadas; después de la edad, la (HTA) se considera el principal factor de riesgo y se asocia a más del 80% de los 4,6 millones de defunciones anuales por ictus en todo el mundo.11
La prevalencia de la (HTA) aumenta con la edad, y el riesgo de ictus aumenta proporcionalmente al aumento de la tensión arterial.3 La cardiopatía isquémica es la principal causa de muerte entre los pacientes que sobreviven de una (ECV). La cardiopatía coronaria, la hipertrofia ventricular y la insuficiencia cardíaca congestiva están en relación directa con el infarto aterotrombótico, en tanto que el infarto agudo del miocardio, las valvulopatías y principalmente los trastornos del ritmo aumentan el riesgo de accidente vascular isquémico de origen embólico (cardiopatía embolígena).11
El riesgo de sufrir un ictus asociado al tabaquismo se eleva de 2 a 4 veces en relación con los no fumadores. Su relación con la aterosclerosis, las enfermedades cardíacas y el ictus no ofrece hoy ninguna duda.11
La diabetes mellitus también aumenta el riesgo de sufrir un ictus. Ello se debe a la obstrucción vascular. Esta se ha considerado responsable hasta del 70% de la mortalidad de pacientes con ictus isquémicos.11
Con respecto a las secuelas producidas por la (ECV), se apreció que estos resultados fueron similares a los encontrados en otras investigaciones donde los síntomas motores, los trastornos del lenguaje y de la memoria fueron los que más prevalecieron.12
En cuanto a las personas que sobreviven y quedan con secuelas propias del daño neurológico, es imprescindible para una buena calidad de vida que tengan una adecuada rehabilitación y terapia ocupacional.
La rehabilitación biopsicosocial es un pilar básico en el tratamiento de estas patologías. Varios autores describen la efectividad de la rehabilitación, encontrándose un mínimo porcentaje de letalidad en los pacientes rehabilitados.2
Los mecanismos de recuperación subyacentes a la mejoría clínica tienen que ver con factores iniciales, como son la reabsorción del edema, la recompensación iónica inter e intra celular, el rescate por flujo colateral, los reajustes funcionales en el tejido de penumbra, y de manera posterior por mecanismos neuroplásticos.12
Se observa clínicamente, en la representación cortical de la mano en la corteza motora contralateral, activación de la corteza motora ipsilateral para movilizar la extremidad y recuperación funcional a lo largo del tiempo, reforzado con servicios terapéuticos específicos, y con la interacción funcional que realice la persona con su extremidad alterada para mantener su rutina social, física, educativa y laboral previa a la (ECV).12
La recuperación neurológica varía. Si después de 2 semanas de producirse el accidente no se ha iniciado la recuperación de los movimientos, la función neurológica que se logre será pobre, y puede afirmarse que la parálisis que persiste durante 5 o 6 semanas casi con toda seguridad será definitiva; aunque se aceptan hasta 2 años para recuperar la función motora con una fisioterapia óptima. Tiene mejor pronóstico la afasia motora que la sensorial.11
La prevención de las enfermedades cerebrovasculares está en el mantenimiento de hábitos y estilos de vida saludables para evitar la aparición de los factores de riesgos y controlar o eliminar los ya existentes, además de que es un pilar fundamental en la minimización de las secuelas que produce la enfermedad, así como en el empleo de los medios diagnósticos actuales con los cuales se puede realizar un diagnóstico oportuno de esta enfermedad.
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