Dr. Alcides T. Ferrer Obeso (1954-1996)
Cuando recordamos al Dr. Alcides Ferrer Obeso pensamos en él como un ejemplo para los ciudadanos del presente y del futuro, como un paradigma de científico y de médico revolucionario y como un compañero inolvidable que dejó en nosotros el más feliz de los recuerdos.
Nació en Consolación del Sur el 29 de Marzo de 1954 y desde muy temprana edad dio muestras de su extraordinaria inteligencia y de su pasión por aprender, cursando brillantemente las enseñanzas primaria y secundaria en su pueblo natal y en la ciudad de Pinar del Río.
Ya graduado de bachiller inicia sus estudios de Medicina en La Habana y los culmina en Pinar del Río, cursando la carrera con la brillantez característica en él, graduándose de médico en 1979, dejando en sus profesores y condiscípulos un profundo sentimiento de admiración y afecto.
Cumplió su servicio médico social en Sumidero, donde fue director de su policlínico, realizando un trabajo excelente y dejando en aquella población un cariño imperecedero, ganado a base de calidad médica y solidaridad humana. A su vez, esa estancia de tres años en ese pueblo dejó en Alcides una nostalgia imborrable.
Como residente de Medicina Interna en el Hospital "León Cuervo Rubio" y en el Policlínico "Hermanos Cruz" continúa dando muestras de ese talento deslumbrante que lo caracterizó siempre, así como de una exquisita sensibilidad y de una total entrega al estudio y al trabajo, graduándose de Especialista en Medicina Interna con notas de Excelente en 1986.
Después de obtener ese título pasa a ocupar cargos de Vicedirector Docente y Profesor de Medicina Interna en su Policlínico "Hermanos Cruz", donde obtiene magníficos logros y es promovido a director de dicha institución, logrando con su inteligencia y consagración al trabajo resultados extraordinarios. De aquella época tan fecunda sus alumnos y compañeros de trabajo conservaremos siempre la más grata memoria.
En el año 1995 es promovido al cargo de Director del Centro Provincial de Promoción y Educación para la Salud de Pinar del Río, que fue el escenario de sus últimos éxitos, antes de morir en la flor de su juventud y de su creatividad el 31 de marzo de 1996, dos días después de cumplir 42 años de edad.
Durante su corta pero intensa y brillante vida profesional estudió e investigó apasionadamente, participando en muchos eventos científicos nacionales e internacionales y publicando varios artículos científicos en revistas del país y del extranjero. Fue co-autor de una ponencia premiada como Destacada en el IX Forum Nacional de Ciencia y Técnica.
Dejó inédito un libro con sus memorias donde relata en forma muy amena anécdotas de sus experiencias como estudiante de medicina y como médico recién graduado.
Tuvo la idea original del Premio Finlay que otorga nuestra Facultad a personalidades relevantes en el ámbito de las Ciencias Médicas. Siempre estaba alegre, comunicativo y receptivo, derrochando una simpatía y un carisma asombrosos. Sus amigos lo admiraban, lo respetaban y lo querían entrañablemente.
Siempre fue ejemplo de integridad, de honestidad, de decencia, de caballerosidad y de comportamiento ético impecable en todos los escenarios en que se desempeñó.
Cultivó una cultura general muy poco común en un joven de su edad. Amó la naturaleza, la música culta y pintó bellos cuadros que aún se conservan. Adoró a su familia y a la tierra en que nació. Fue amigo fraternal y un revolucionario intachable, militando en la UJC desde 1974
y en nuestro PCC desde 1990 hasta el último día de su vida.
Quienes lo conocimos lo recordaremos siempre como un ser superior que nos hizo crecer espiritualmente con su presencia luminosa.
Dr. Marco A. Montano Díaz.