Estimados lectores:

Inteligencia Artifical (IA) no es un término de reciente aparición, ya desde mediados del siglo XX se daban los primeros pasos en función de responder interrogantes relacionadas al poder de las máquinas creadas por el hombre y la posibilidad de sustituir o replicar la inteligencia humana.

Aunque parece ciencia ficción, no lo es. Para múltiples analistas del mundo de la informática, las matemáticas y la física, la inteligencia artificial es una tecnología tan amplia y revolucionaria que se hace complejo definirla. Más allá de los riesgos que pueda implicar, cada día es respaldada la idea de un mayor uso de la IA en múltiples procesos en el ámbito de las ciencias médicas.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la IA garantiza nuevas perspectivas para mejorar la prestación de los servicios de salud y la medicina en general, tomando como punto de partida para su uso y desarrollo a gran escala, el cuidado a los principios éticos y los derechos de las personas.¹

En este sentido, vale destacar que ya la IA es utilizada para mejorar la velocidad y precisión del diagnóstico de enfermedades mediante algoritmos de aprendizaje automático que detectan la presencia de tumores, facilitar la atención clínica; apoyar diversas intervenciones de salud pública, como la vigilancia de la morbilidad, la respuesta a los brotes epidémicos y la gestión de los sistemas de salud. Permite descubrir nuevos fármacos a partir del análisis de grandes bases de datos de información genética o analizar imágenes médicas como radiografías y resonancias magnéticas.

Ya se contabilizan cirugías complejas con la presencia de robots quirúrgicos que pueden realizar movimientos precisos y constantes. Con los avances y uso de la IA a gran escala los pacientes tendrían un mayor control de su propia atención de salud y comprenderían mejor la evolución de sus enfermedades. Además, daría acceso a los servicios de salud mediante asistentes virtuales (Chatbots) en los países con escasos recursos y las comunidades rurales, donde los pacientes a menudo tienen dificultades para acceder al personal médico.

Sin embargo, la OMS advierte del peligro de sobreestimar las ventajas de la IA en el ámbito de la salud, sobre todo cuando esto va en detrimento de inversiones y estrategias básicas necesarias para lograr la cobertura sanitaria universal.¹

Además, señala que las oportunidades conllevan desafíos y riesgos, como la recopilación y utilización poco éticas de los datos sobre salud; los sesgos codificados en los algoritmos, y los riesgos que presenta la IA para la seguridad del paciente, la ciberseguridad y el medio ambiente.¹

Para ello, la OMS propone en su informe, titulado: “Ethics and governance of artificial intelligence for health”, seis principios para garantizar que la IA se utilice en aras del interés público en todos los países.¹

• Preservar la autonomía del ser humano.

• Promover el bienestar y la seguridad de las personas y el interés público.

• Garantizar la transparencia, la claridad y la inteligibilidad.

• Promover la responsabilidad y la rendición de cuentas.

• Garantizar la inclusividad y la equidad.

• Promover una IA con capacidad de respuesta y sostenible.

El éxito presente y fututo de la IA en las ciencias de la salud dependerá de múltiples factores: infraestructura apropiada, financiamiento, costos asequibles, la formación de personal médico capaz de poner la IA en función del beneficio del paciente, en ello es fundamental la comunicación mediante canales electrónicos, cuestión esta que ganó espacio en todo el mundo durante la pandemia de COVID-19 y el respeto a los principios de la ética médica.

En este escenario tan novedoso pudiera surgir la pregunta: ¿La IA podrá sustituir a los profesionales de la salud? Considero que no, si la humanidad aprende a utilizar los medios que ha creado en función de su propio beneficio esta sería una buena y eficaz solución para aliviar las cargas de trabajo en los sistemas sanitarios; garantizando mayor rapidez y eficacia en todos los procesos asociados a la salud pública en el mundo.