Estimados lectores:

Múltiples son los retos que tenemos los profesionales en el campo de la salud, para enfrentarlos se requiere un salto exponencial en la educación y la cultura, revolucionar el pensamiento, entender al ser humano desde una dimensión biopsicosocial, generar un cambio cualitativo en la relación médico-paciente para maximizar el potencial positivo de cada persona, dar un giro en la forma de entender el proceso salud-enfermedad que garantice bienestar.

La Indagación Apreciativa (IA) nació en la Weatherhead School of Management, en la Case Western Reserve University, Cleveland, Ohio. David Cooperrider, en aquel entonces un estudiante de postgrado y su tutor en la Facultad de Medicina, el Dr. Suresh Srivastva, comenzaron a experimentar con variaciones en las técnicas tradicionales de Investigación Acción con sorprendentes resultados. En lugar de conducir una investigación sobre lo que estaba funcionando en la organización y lo que no, se enfocaron en un análisis de los factores que contribuían a la efectividad de la organización y las experiencias positivas. Los resultados fueron sorprendentes.

La raíz de este enfoque se basa en la apreciación de los elementos positivos, la contribución y el aporte de las personas en los diversos contextos en que se desenvuelven como seres biopsicosociales, haciendo un cambio en sus modelos mentales, dejando a un lado los discursos anclados al déficit, la culpa, el error, para ampliar el escenario de posibilidades descubriendo cuáles han sido sus patrones de éxito para reforzarlos.

Es que, efectivamente, a la par de una revolución tecnológica debe exitir una revolución humana, siempre acompañada de nuevas herramientas metodológicas efectivas para la gestión y superación en primera instancia, de los problemas sociales y así garantizar la formación de líderes, personas de bien con disposición al cambio, leales a sus raíces, altruistas y comprometidas con las nuevas realidades.

A propósito, el propio Cooperrider asevera que la Indagación Apreciativa (IA) es la cooperación en la búsqueda de lo mejor de las personas, de su organización y del mundo que les rodea. Permite el descubrimiento sistemático de lo que da vida a los sistemas humanos cuando mejor funcionan en términos económicos, humanos y ecológicos. Es una filosofía y práctica de vida, un proceso flexible para involucrar a las personas en la construcción del tipo de organización, de sociedad y el mundo en el que desean o quieren vivir.

Las universidades, en especial las que tienen a su cargo la formación de los futuros galenos y especialistas en las diferentes ramas de las ciencias médicas deben dinamizar las estrategias de formación estimulando el desarrollo de un pensamiento enfocado en las experiencias de éxito de nuestro sistema de salud. El escenario actual es complejo, la dinámica socioeconómica del país atenta contra la calidad de los servicios de salud, no obstante, la formación humanista que caracteriza a los profesionales del sector, debe ser el estandarte que guíe el accionar de ellos, desde un vínculo con el paciente que refuerce narrativas de optimismo.

La comunicación, desde la visión de la IA, debe basarse en discursos que compartan experiencias positivas y prácticas efectivas. Es este tipo de diálogos el que puede generar, sin lugar a dudas, una cultura organizacional creadora e innovadora que proponga un desarrollo en cada escenario de las ciencias médicas, compartiendo las mejores experiencias en función de la salud humana.

La esencia y mayor fortaleza de este paradigma es anclarse a las posibilidades y fortalezas de los individuos, grupos y organizaciones. Este enfoque se enmarca dentro de un pensamiento positivo permanente, incluso exhorta a soñar, observar con anhelo y enfocarse en la construcción de un futuro basado en las potencialidades individuales y grupales. De esa forma se podrá dar un salto cualitativo, en nuestras instituciones de salud, de la creación de escenarios de déficit a escenarios de oportunidades.