Trastorno de depresión mayor e intento suicida en una paciente pediátrica víctima de abuso sexual

Señor director:

La depresión es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de manera significativa a la carga general de morbilidad, en las Américas es uno de los principales problemas de salud pública que requiere atención. A escala mundial, aproximadamente 280 millones de personas están afectadas.1

La segunda Encuesta nacional de salud mental en Colombia, identificó el trastorno depresivo mayor como el segundo más prevalente en población adolescente. La depresión afecta el funcionamiento cognitivo, emocional y fisiológico del individuo y representa un desajuste en el cual la persona se ve a sí misma, al entorno y al futuro de manera negativa, lo que causa sufrimiento y altera sus actividades sociales, laborales, escolares y familiares, además de esto, es un factor de riesgo relevante para el intento de suicidio y el suicidio consumado.2

El abordaje del fenómeno suicida no puede reducirse a una sola causa, pues al ser multifactorial involucra aspectos individuales, familiares y sociales. A cada una de estas dimensiones se vinculan tanto factores de riesgo como de protección asociados al suicidio, dentro de las cuales la familia tiene un papel primordial.3

La importancia de la familia en la prevención de conductas de riesgo se debe a que es un primer agente protector y facilita el desarrollo saludable del adolescente; es en la familia donde se conoce y aprende, la utilidad de dichos aprendizajes puede ayudar a que el adolescente sobrelleve los cambios de manera adecuada. Resulta fundamental que los padres y madres de familia conozcan y comprendan las diferentes etapas del desarrollo humano, para así poder diferenciar las conductas de sus adolescentes. Cuando se conocen los elementos que sitúan a un adolescente en situación de riesgo o si se conoce qué factores pueden disminuir los efectos negativos, los padres pueden poner en marcha estrategias que favorezcan la protección y minimicen dicho riesgo.4

Desde el ámbito familiar se reconocen factores de riesgo específicos en relación al suicidio, entre los que destacan: la transmisión intergeneracional del riesgo suicida, la tasa de suicidio es significativamente más alta en las familias con víctimas de suicidio. Dentro de las características de la familia asociadas con el fenómeno suicida, se encuentran la ausencia de la figura paterna, la disfuncionalidad en los hogares, así como distancia emocional entre sus miembros, estructura familiar inadecuada, relaciones afectivas deficientes, ambiente familiar disarmónico, estilos de crianza autoritarios, monitoreo y supervisión rígidos, violencia intrafamiliar, maltrato emocional del padre, y el abuso sexual en la infancia.4,5

Los profesores y orientadores escolares desempeñan un papel crucial en la detección de personas con riesgo suicida. Se ha demostrado que la formación de profesores y orientadores escolares en el reconocimiento de los factores de riesgo y signos de alarma constituye una estrategia muy eficaz de prevención.6

En el manejo integral del caso en cuestión se hace necesario un abordaje multidisciplinario donde actúen diferentes pilares de nuestra sociedad:

-Abordaje familiar: realizar una caracterización integral de la familia, pues muchas veces el perpetuador del abuso infantil es miembro de la familia y escoge a víctimas miembros de familias con algún grado de disfuncionalidad familiar que le permita cometer el hecho y silenciarlo.7 Intervenir educativamente en las familias para elevar el nivel de conocimiento de identificación precoz de síntomas y signos de alarma sobre el intento suicida. Recalcar en cada oportunidad la importancia del mantenimiento sin interrupciones del tratamiento farmacológico y psicoterapéutico. Explicar la importancia de crear un ambiente: armonioso, funcional, estimular la conversación y las actitudes positivas que trasmitan confianza y esperanza.

-Abordaje del Equipo Básico de Salud: dispensarizar oportunamente a la paciente e identificar factores de riesgo y ayudar a modificarlos. Evaluar la atención domiciliar diaria hasta que desaparezcan los signos de descompensación. Realizar charlas educativas encaminadas a elevar el nivel de autoestima y seguridad. Evaluar dinámica familiar. Detección precoz, tratamiento e interconsulta con psiquiatría, de ser necesario, si existen síntomas o signos de depresión, depresión mayor o ideas de intentos suicidas. Lograr una adecuada inserción en la sociedad, con otros niños o adolescentes de su edad con intereses comunes.

-Abordaje en la comunidad: desarrollar acciones de salud encaminadas a fortalecer la funcionabilidad de las familias. Defender el cumplimiento de los derechos del niño, la niña y los adolescentes a nivel de barrio.

-Abordaje de la escuela: tanto los maestros como los profesores, desempeñan un papel protagónico en identificar precozmente comportamientos en niños niñas y adolescente con signos de depresión. Una buena comunicación casa- escuela es una gran fortaleza para prevenir y controlar estas situaciones de riesgo.

En Cuba existe gran voluntad política en defender la convención de los derechos de los niños, las niñas y los adolescentes. Próximamente estará en votación un nuevo código de familia que no solo se encargará de legislar sus derechos más esenciales, sino también respaldará todas sus garantías para que sean un traje a la medida de cada uno.

Notas al pie:
  • El autor no recibió financiación para el desarrollo de la presente investigación

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Historial:
  • » Recibido: 27/07/2022
  • » Aceptado: 03/01/2023
  • » Publicado : 01/01/2023


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