CARTA AL DIRECTOR

 
Jorge Milian-Baldor, Yoval Aguiar-Ferro
 
Medardo Rodríguez-López, Daniel Santana-Hernández
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Noel Taboada-Lugo
 
Marianela Rafaela Calvis-González, Teresa González-Véliz
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Ernesto Enrique Horta-Tamayo, Diana Rosa Ortega-Raez
 
Diana Rosa Ortega-Raez, Ernesto Enrique Horta-Tamayo, Luis Cesar Acosta-González
 
Luis Vivas-Bombino, Margarita Gonzalez-Tapia
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Analiz de Paula-Paredes
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Miguel Angel Amaró-Garrido, Mirian Belkis Nápoles-Valdés
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Mario Arce-Hernández, Guillemo Luis Herrera-Miranda
 
María Antonia Gell-de la Cruz, Marianela Rafaela Calvis-González
 
Yariuska Ferñandez-Sopeña, Denny Matos-Laffita
 
Alexander Duràn Flores, Lisbán Rodríguez López
 
Diana Belkis Mujica González, Liliam León Amado
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Waldo Antonio Milian Paula
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Emmanuel Zayas Fundora
 
Jhossmar Cristians Auza-Santiváñez, Armin Alvaro Quispe-Cornejo, Héctor Trifon Mejía Salas, Fernando Hidalgo Martin
 
Aymee María Díaz-Esquivel, Ivett Fernández-Camargo
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Idicelis Corría Martínez, Yanin Arteaga Prado
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Moisés Andrés Lombana Salas, Maria Camila Miranda Jiménez
 
Diana Belkis Mujica González, Nelson Domínguez Rodríguez
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Hector Regino Diaz Aguila, Mercedes Veliz Sánchez
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Ángel Manuel Tundidor Bermúdez
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Guillermo Luis Herrera Miranda, Dania María Horta Muñoz
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Lázaro Yoan Ordoñez Alvarez
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Guillermo Luis Herrera Miranda
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María del Carmen Bachiller Sánchez, Ana Gladys Peñalver Sinclay
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Mányeles Brito Vázquez
 
Julio César Hernández Perera
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Diamelys Caridad Hernández Echevarría
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Orisel Quintero Ramírez
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Ana Gladys Peñalver Sinclay
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Norge Jesús Martínez Ramírez
 
Esperanza Pozo Madera
 
Liety Hernández Martínez
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José Carlo Lorenzo Diaz
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Orisel Quintero Ramírez
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Raidel González Rodríguez
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Yelina Morales Valdes
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Higinio Hernandez Gonzalez
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Sobre Fiabilidad y validez de la Escala de Estrés Percibido en estudiantes de medicina
Wally Paraño Montero
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Guillermo Luis Herrera Miranda
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Francisco Machado Reyes, María de la Caridad Casanova Moreno
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Rubén Elieser Diaz-Samada, Adrián Alejandro Vitón Castillo
 
Dianelys Díaz Padilla, Mabelyn Santoyo Pérez
 
Estilos y calidad de vida, su vínculo con la depresión en el siglo XXI
José Carlo Lorenzo Díaz, Humbelina Díaz Alfonzo
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A propósito, artículo “Intervención educativa para incrementar la severidad percibida del tabaquismo en pacientes fumadores”
Arelys Pérez Figueroa, Leticia González Betancourt
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Problemática actual en la vigilancia epidemiológica de los brotes de enfermedades transmitidas por alimentos
Lázaro Pablo Linares Cánovas, Humberto Márquez Rodríguez
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La comunicación, componente humanizador en el proceso del parto
ana gladys peñalver sinclay, Lareisys Borges Damas
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A propósito del artículo “Tuberculosis intestinal y peritoneal”
Andrés Villar Bahamonte, Margarita Gonzalez Tapia
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Necesidad de tutores con dedicación para la preparación científico investigativa del estudiante de Ciencias Médicas
Damalys Martínez-López, Angel Ernesto Ramos-Cordero
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Repositorio institucional de la Universidad de Ciencias Médicas de Pinar del Río
Adrian Alejandro Viton Castillo
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A propósito del artículo, hipertensión arterial, enemigo silencioso en los adolescentes
Isis Esther Alonso Fabelo, Mileidys Suárez Figueral
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La Medicina Interna, una especialidad indispensable en las ciencias médicas
Guillermo Luis Herrera Miranda
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María Mayra Hernández Cubilla, Luis Vivas Bombino
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Guillermo Luis Herrera Miranda
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El proceso de la calidad en las publicaciones científicas
José Guillermo Sanabria Negrín
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Hacer más pediatras a los hematólogos y más hematólogos a los pediatras, un sueño hecho realidad
Mirta Caridad Campo Díaz.
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Esperanza Pozo Madera
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Desgaste profesional por empatía en la Atención Primaria de Salud
Raidel González Rodríguez
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¿Inmovilidad y postrado o dismovilidad y encamado?
Pedro Luis Reyes Alvarez
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¿Síndrome de Burnout en profesionales pinareños de la salud?

Estimado Editor-Director:

El término Burnout es el anglicismo de “desgaste profesional” y hace referencia a un tipo de estrés laboral e institucional generado como consecuencia del ejercicio de algunas profesiones de ayuda, como son las ciencias médicas, donde los profesionales pinareños trabajan a diario con personas en las cuales es habitual el enfrentamiento a emociones intensas de dolor o enfermedades y sufrimiento psíquico.

Este síndrome se ha relacionado en algunos galenos con alteraciones psicosomáticas, conductuales, problemas de convivencia familiar y repercusiones sociales, así como, de forma más importante, causa de absentismo laboral y bajo rendimiento en el trabajo. El Burnout no es un problema nuevo, considerado una repercusión laboral negativa de carácter psicosocial, donde Pinar del Río no escapa a dicha condición.

Situaciones crónicas de tensión son realidades cotidianas en el ambiente laboral de los galenos pinareños, donde el Burnout aparece como un emergente psicosocial que daña la organización de trabajo, la salud y el bienestar humano, constituyendo además un factor de riesgo para otros procesos mórbidos. Trasciende pues, el ámbito de las ciencias del comportamiento en particular, para convertirse en un problema de la Salud Pública.

En esencia constituye un agotamiento de energía experimentado por trabajadores cuando se sienten sobrepasados en los problemas, además de una respuesta al estrés laboral crónico cuyos componentes son un síndrome de deficiencia emocional y/o física, baja productividad laboral y excesiva despersonalización. Ello puede conspirar contra el adecuado desempeño profesional en cualquier nivel de atención con consecuencias nocivas para el sistema de salud, en un contexto donde se ha experimentado escasez de recursos humanos capacitados e incremento de enfermedades y factores de riesgo.

La existencia del Síndrome Burnout se acrecienta y fortalece en estos tiempos, fundamentalmente en profesionales pinareños de las ciencias médicas a partir del cumplimiento de deberes funcionales, actividades asistenciales y docentes, investigaciones en salud, superación profesional, guardias institucionales y reuniones de trabajo, experiencias complejas de actuación laboral, organización del desempeño, tareas programadas, carga horaria, entre otras. Como consecuencia del endurecimiento afectivo ocasionado por dicha patología, los actores galenos pueden actuar con indiferencia, iatrogenias e incumplimientos de principios bioéticos.

No cabe duda de las consecuencias que provoca dicho estrés mantenido en el tiempo, conllevando a porcentajes elevados de problemas psiquiátricos, nerviosismo, incapacidad en la concentración, olvido, depresión, afecciones psicomotores, rigidez, terquedad, inflexibilidad, desilusión, sentimientos de frustración, entre otros. Hay otras manifestaciones físicas no menos importantes como: cefaleas, trastornos gastrointestinales y endocrinometabólicas, insomnios, pérdida o aumento del apetito, enfermedades coronarias y confusión. Las alteraciones conductuales no se hacen esperar, expresándose con el consumo excesivo de té, café, cigarrillos, psicofármacos, bebidas alcohólicas, predominio del sedentarismo inadecuada nutrición, además de violentas expresiones en algunos casos. Finalmente las repercusiones sociales tienden a manifestarse en irritabilidad, impaciencia, ansiedad, exagerada hipercrítica, desconfianza y hostilidad. Todo lo anterior lleva de hecho a consecuencias laborales como el ausentismo, cambio o traslado de institución e inactividad profesional.

Pero, ¿cómo puede mitigarse o prevenir el Síndrome Burnout en profesionales pinareños de la salud?:

  • Identificar las fuentes de tensión –externas e internas- que emerjan durante el desempeño de sus funciones.
  • Conocer las formas en que la propia salud del galeno puede verse afectada durante el desempeño del rol como servidor público.
  • Reconocer que se necesita ayuda profesional (psicoterapia y revisiones médicas constantes).
  • Asumir la responsabilidad de cuidar de sí mismo desde acciones como: alimentación balanceada y dentro del horario establecido; dormir las horas necesarias; no automedicación; evitar preocupaciones o tensiones; dedicar tiempo a la meditación, esparcimiento y técnicas antiestrés.
  • Necesidad de incorporar otras acciones y estrategias elementales de autocuidado como: ejercicio físico, mantener el sentido del humor, incorporar actividades recreativas y de celebración en la vida cotidiana.
  • Administración del tiempo, procurar mantener límites entre actividad laboral y vida personal.
  • Recibir apoyo incondicional de familiares, amigos, trabajadores y directivos del centro laboral donde se desempeña.
  • Realización de exámenes médicos sistemáticos a los profesionales de la salud para detectar precozmente indicios de estrés laboral y Burnout e intervenir al respecto.
  • Introducir el tema en los programas de formación profesional, para identificar sus síntomas, causas, consecuencias y seleccionar formas de afrontarlo. Abordarlo en cursos cortos, diplomados o diversas variantes de enseñanza posgraduada.

Editor-Director, el Síndrome Burnout ha estado presente en profesionales pinareños de las ciencias médicas, y en este instante puede encontrarse afectando a otros galenos vueltabajeros, fundamentalmente los más jóvenes por sus inexperiencias y exposición a procesos adaptativos o novedosos. La misión fundamental para toda la comunidad científica es proteger la salud mental, necesitándose conductas positivas por parte de los galenos en aras de una vida profesional más saludable, sostenible y eficiente.

Raidel González Rodríguez
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La participación de los viejos en su seguridad y bienestar con la salud pública cubana

Director Revista de Ciencias Médicas de Pinar del Río.

Mi opinión sobre el tema de la Geriatría que tanto concita a los interesados en la vejez sobre todo antes de llegar a viejos.

Hace años el envejecimiento es tema reiterado en el discurso político, las publicaciones periódicas, el mensaje salubrista y muchos otros espacios, habiendo servido para extender en cinco años la vida laboral, suprimir barreras arquitectónicas, promover campañas y abogar por la Geriatría como especialidad.

Tal alcance ha tomado el envejecimiento que aparece en el Lineamiento 144 del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba y antes ya estaba enunciado en la Ley 41 de 1983 (Ley de Salud Pública), pero en realidad la población de la tercera edad ha crecido hasta alcanzar hoy más del 19,2% y situarse Cuba en tercer lugar en América Latina, precedida por Puerto Rico y Uruguay.

Reflexionando sobre esto creo que la aspiración a la salud en la tercera edad se debe concebir como la posibilidad de participar activamente de forma constructiva en las transformaciones sociales, económicas y culturales de la comunidad, según la destreza, capacidad, intereses y experiencia precedente, y no  la existencia de armonía biopsicosocial con el bienestar aceptado pasivamente como en ocasiones se defiende.

Es frecuente en nuestro sistema de salud se apele a la pirámide poblacional para defender la necesidad  de promover una longevidad satisfactoria que decenas de maestrías ha justificado, así como el estudio de la Gerontología y la Geriatría para garantizar una mejor comprensión y atención al envejecimiento.

Las condiciones realmente se dan para esa defensa, pero es erróneo presuponer que la especialización a través de esos estudios ofrezca una cobertura apropiada a las necesidades del envejecimiento. En primer lugar porque no se da el justo valor a la magnitud social del problema, creyendo  que un problema social puede encontrar solución individual, con lo que se  corre el riesgo de comprometer el futuro de la situación de los viejos y dar la espalda a la realidad que su  cuidado en el seno  familiar significa, no apoyando a la familia con capacitación oportuna, aseguramiento técnico y protección jurídica, lo cual no pocos problemas ha traído.

El sistema de salud cubano puede jugar un papel más activo y protagónico, debiendo erigirse promotor de la capacitación de todas las familia en cuyo seno aparezca un anciano, preparándolos para su comprensión, apoyo, manejo y protección, además debe tomar parte en la capacitación de todos los cuidadores, tanto familiares como contratados, vigilar esos cuidados para garantía de que se cumplan los principios  sanitarios con que se compromete en la Ley de Salud Pública y programas vigentes, y la protección integral al anciano, en tanto y en cuanto a éste le sea necesario en función de su bienestar.

Lo difícil es, que el sistema de salud cubano en su preocupación, deberá pasar con mayor prontitud y prioridad a una acción más práctica de la atención a las múltiples necesidades que el envejecimiento ya tiene en el orden social, somático, mental y cultural, sin pretender que con el estudio por una parte de  la Gerontología y por la especialización de los geriatras, el problema tenga solución.

Esa vía, realmente parece ineficaz, porque la lógica dialéctica nos señala que conduce a la reducción a un grupo nunca suficiente del esfuerzo a realizar, cuando lo que el envejecimiento reclama con inmediatez, es la capacitación acreditada en Gerontología del especialista en Medicina General Integral, como médico de familia y con él, todo su equipo horizontal de la atención primaria de salud, para garantizar  la labor preventiva y de apoyo que ese segmento poblacional requiere por ser el más vulnerable, y la preparación de los que continuarán hacia esa etapa vital.

En vez de especializar más compañeros, capacitar en primer lugar a todos los especialistas en Medicina Interna, para prestar la atención a  los  que arriban a la tercera edad, que son en sus salas y consultas siempre mayoría, extendiendo ese esfuerzo a neurólogos, psiquiatras, urólogos, ortopédicos, cardiólogos, intensivistas y otros compañeros, que por la ley de probabilidades uno de cada dos pacientes que atienden debe ser ya viejo, en lo que llamaríamos gerontizar al especialista en Medicina General Integral y geriatrizar al especialista en Medicina Interna y otras especialidades involucradas que son quienes en la práctica atienden a los ancianos  cuando enferman y que representan el mayor número de sus pacientes actuales.

Se precisa de un programa integral de educación continuada dirigido, con  prioridad requerida, a la atención integral de los problemas ya identificados del envejecimiento para lograr, desde la casa, en la familia, en las instancias sociales y sanitarias  el aporte intersectorial necesario, promoviendo mayor vinculación de competencias de familiares e instituciones sociales que promuevan respeto, protección, apoyo, movilización y participación de los viejos en lo que su seguridad y bienestar requiera.

 

                                     Dr. Tomás Rodríguez López

Profesor Titular y Consultante

Especialista de Segundo Grado en Psiquiatría

Universidad de Ciencias Médicas de Pinar del Río

 

Tomás Rodriguez López
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Consecuencias de la enfermedad cerebrovascular en el adulto mayor

Estimado Sr. Editor:

En un número anterior de la Revista de Ciencias Médicas de Pinar del Río, Piloto et al. (1) presentan un estudio en donde realizan una caracterización clínico-epidemiológica de la enfermedad cerebrovascular (ECV) en un grupo de adultos mayores que asistían al Policlínico universitario Hermanos Cruz de Pinar del Río durante los años 2011 y 2012.

Para la recogida de datos, mencionan que utilizan una encuesta validada por el Ministerio de Salud Pública de Cuba, en donde si el usuario se encontraba impedido física o mentalmente para contestar, lo podía realizar alguno de sus familiares.

No obstante, aquí surge una interrogante, ¿La encuesta aplicada fue confeccionada por el grupo investigador o ya se encontraba confeccionada para tal fin por el Ministerio de Salud Pública Cubano? El énfasis en lo anterior radica en torno a los reactivos utilizados, debido a que hubiese sido mucho más enriquecedor el haber consultado lo relativo al lugar de la lesión cerebral, así como su extensión y si era la primera, segunda o tercera vez que le ocurría el evento.

Por otra parte, y continuando en relación a los reactivos seleccionados, es importante mencionar que en las ECV ocurre una afectación en una amplia esfera de funciones, tanto cognitivas, físicas, emocionales y comportamentales (2). A raíz de lo anterior, es difícil concebir que dentro de las secuelas consultadas hayan excluido el déficit cognitivo, comprendido no sólo por el déficit mnésico que consideran en su estudio, sino que dentro del mismo pudiese existir afectación de la atención, de las funciones ejecutivas, de la velocidad de procesamiento, de la orientación o de las habilidades visoespaciales/construccionales (3). ¿Por qué es importante lo anterior?, porque muchos déficits en la memoria pueden ocurrir secundario a un daño en otra función cognitiva, como por ejemplo, de las funciones ejecutivas (4). Por lo demás, es importante mencionar que el riesgo de sufrir afectaciones cognitivas y demencias se aumenta al cursar por una ECV (3,5).

Sumado a lo anterior, se encuentra ampliamente documentado que existe un alto riesgo de cursar con un cuadro de disfagia, aunque con estadísticas un tanto dispares en un espectro que oscila entre el 19 y el 81% de los afectados, siendo una condición asociada a cuadros pulmonares y, por tanto, con un posible compromiso vital (6). Por ende, es poco comprensible que no haya sido abordada en la investigación.

Además, hacen un énfasis en lo netamente motor, obviando si el usuario recibió intervención psicológica, de terapia ocupacional o fonoaudiológica, importantes también para el proceso de recuperación neurológica y de re-inserción a la sociedad.

Así, y para complementar lo realizado por Piloto et al. (1), sería enriquecedor ejecutar una segunda fase de la investigación, en donde se pudiesen considerar quizás alguno de los tópicos presentados o, si es posible, incluir algunos datos recabados en la revisión de fichas clínicas de los participantes.
Exequiel Guevara
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La labor ideopolítica de los profesores desde el contenido de las asignaturas

La lectura del artículo Potencial educativo del contenido de las asignaturas de Preparación para la Defensa para la labor ideopolítica,  del Lic.  Maximiliano Lugo Márquez  y el Dr.C. Juan Alberto Mena Lorenzo publicado en el Volumen 20, número 3 (2016) de esta revista, motivó la escritura de la presente carta con el objetivo de socializar algunas ideas al respecto.

Para abundar en el tema, es importante hacer énfasis en el papel del  profesor universitario, el cual no debe limitarse a transmitir conocimientos, a facilitar pedagógicamente el acceso al patrimonio cultural de la humanidad, sino también a suscitar en el estudiante el espíritu y la militancia revolucionarios, la búsqueda del hombre nuevo inspirado en los ejemplos de los próceres de la patria, lo que no  será posible si no se le propicia a la enseñanza un proceso de formación permanente.

Coincidimos con los autores de este artículo cuando resaltan la importancia  de la preparación que deben tener los docentes en los fundamentos pedagógicos y psicológicos del proceso de enseñanza aprendizaje que dirigen, pues para  que hayan profesores revolucionarios que aprovechen el potencial educativo del contenido de las asignaturas para la labor ideopolítica, es necesario que el proceso docente educativo que se desarrolla en la universidad sea igualmente revolucionario, lo que significa transformar la universidad en un laboratorio en el cual se establezca una interconexión estratégica entre todas las disciplinas y la enseñanza esté permanentemente conectada a las coyunturas nacional e internacional.

El deber del profesor universitario no es formar mano de obra especializada o calificada para el mercado de trabajo. Es formar seres humanos dignos, felices, dotados de conciencia crítica, participantes activos del desafío permanente de perfeccionar la sociedad. Para eso, le cabe a la educación despertar en los educandos el aprecio por los valores que estimulan el altruismo, la solidaridad y el servicio desinteresado a las causas colectivas.

Guillermo Luis Herrera Miranda, Dania María Horta Muñoz
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Javier González-Argote, Alexis Alejandro García-Rivero
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Reconocimiento Especial del Consejo Provincial de Sociedades Científicas de Salud de Pinar del RíoEl Consejo Provincial de Sociedades Científicas de Salud de Pinar del Río  (CPSCS), y los miembros del ejecutivo en representación de los 49 Capítulos pinareños desean hacerle  llegar un Reconocimiento Especial al colectivo editorial de la Revista de Ciencias Médicas de Pinar del Río en ocasión del año 30 de las revistas médicas en la provincia.

Durante los años transcurridos la revista, que acumula numerosos méritos, y una elevada valoración en el ámbito de las publicaciones científicas de salud, ha sido de gran utilidad para el bregar científico de los profesionales de la salud en la provincia, a nivel nacional e internacional. Su aceptación por numerosas bases de datos internacionales permite su visibilidad ocupando un lugar destacado dentro de las revistas de habla hispana y en la red nacional de salud.  

La opción del acercamiento a nuestros colaboradores en las misiones en el exterior ha sido uno de los logros más destacados por el propio acercamiento y el acceso de la posibilidad para sus propuestas de publicaciones sobre la labor que realizan en los países de misión.

Reconocer el origen de las revistas desde la versión impresa ha sido una honrosa decisión, en esa época de su inauguración tuvo una participación el CPSCS lo cual es un hecho histórico que consideramos un honor y que nos regocija y compromete en participar en el mantenimiento y desarrollo de la revista pinareña mediante, fundamentalmente,  la cooperación del ejecutivo y de los miembros de los  Capítulos pinareños a los que siempre estimulamos en esa gestión.

Les deseamos a su colectivo nuevos éxitos en sus resultados en beneficio de la comunidad científica pinareña y de su Universidad Médica.

Irene Pastrana Roman
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Necesidad de un promotor para incentivar la producción científica en el estudiante de ciencias médicasLa investigación científica forma parte de un proceso importante para el estudiante de ciencias médicas en su preparación, no constituir práctica frecuente en sus espacios como educando requiere demandar del uso adecuado del Método Científico, para lo cual es necesario adquirir determinado nivel intelectual e incluso depende en gran medida de su voluntad.

En principio la ciencia asumía posiciones elitistas, retardando su potencial inminente desarrollo, no asumida como forma de la conciencia social, que se puntualiza constantemente en el curso de la práctica social. Parafraseando a Lenin, la ciencia se asume como forma de trabajo especializado, de búsqueda humana de la verdad, contexto, que fue evolucionando a lo largo de la historia, dando al traste con la necesidad de una preparación mayor de los investigadores en la adquisición de las herramientas necesarias capaces de garantizar un adecuado desempeño en el ámbito investigativo.

La investigación científica para los estudiantes de ciencias médicas constituye específicamente un proceso que procura obtener información relevante y fidedigna acerca de la realidad, para entender, verificar, corregir y aplicar el conocimiento mediante la puesta en práctica del Método Científico, de ahí su relevante importancia para los estudiantes en el pregrado.

Pero esta actividad requiere además de su motivación consciente, de una conducción que pudiera ser guiada por un profesor en calidad de tutor que le permita iniciarse en el campo de la producción científica tal vez, hasta su madurez, logrando ocupar el espacio disponible de su revista estudiantil.

De otra parte los impactos de las aceleradas transformaciones que se despliegan en los escenarios nacionales e internacionales obligan a emplear novedosas estrategias en la enseñanza, para garantizar un egresado con perfil amplio, que conozca y emplee en su quehacer profesional ese método de forma creadora, que permita resolver los problemas identificados.

Al asumir esta presunción de manera crítico-activa y contemplando la realidad en la Universidad de Ciencias Médicas de Pinar del Río, surge una interrogante ¿por qué la falta de motivación de parte de los estudiantes en conocer y participar de forma más activa de los procesos que nutren las investigaciones y como parte de esta, la exposición de sus resultados en su revista Universidad Médica Pinareña?

¿Es una cuestión de falta de interés, desmotivación no definida o deficientemente direccionada? ¿Pudiera requerir de un mayor apoyo de la propia organización estudiantil y por qué no, del claustro con un responsable sistema de tutores no dejado a la espontaneidad?

En las ciencias médicas, la actividad investigativa en el currículo debe estar acompañada por una intencionalidad prioritaria del aprendizaje en la producción científica como autor, organizado con sistematicidad como el grado de dominio del Método Científico que deben progresivamente adquirir como educandos. Esto contribuiría a formar una actitud científica en la carrera y en su objeto de estudio que favorecería el desarrollo de nuevos intereses cognoscitivos y la necesaria motivación por la investigación científica, y por qué no, reflejada en su publicación, tan necesaria para el avance del país.
Yansel Domingo Fernandez Díaz
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La formación para la investigación de los estudiantes de Medicina: la brecha entre el currículo formal y el currículo ocultoTomar decisiones acertadas desde el punto de vista científico en Medicina es un asunto complejo y aprender a hacerlo debe constituir uno de los objetivos de la formación del médico. Una forma de contribuir a lograrlo es integrar una completa formación teórica en Metodología de la Investigación con una verdadera correlación frente a lo vivido en la práctica médica.

El currículo médico parte de los problemas y necesidades de salud de la población y prevé la formación de un médico generalista, con aptitudes humanistas y un enfoque promocional y preventivo, teniendo como eje la salud del individuo, la familia, la comunidad y el medio ambiente, y utiliza la investigación como interfase fundamental entre la educación y la práctica médicas.

La discordancia entre teoría y práctica termina por llevar a los estudiantes a concluir que disciplinas como Metodología de la Investigación no son tan importantes en su formación , que lo visto en ellas no tiene una verdadera utilidad en la práctica profesional y que ser médico es sólo un asunto «anatomofisiológico y farmacológico». Los resultados de esta situación se reflejan luego en una gran incapacidad de los médicos para tomar verdaderas decisiones prudentes, para reconocer cuando hay un problema científico en el transcurrir del ejercicio profesional y construir mejores soluciones.

No es posible hablar de completa formación médica sin incluir en dicho proceso lo político, lo económico, lo cultural y, por supuesto, lo científico investigativo, aspectos no meramente relacionados con la medicina sino fundamentalmente constitutivos de ella.

Desafortunadamente, y sólo para referirnos a la formación en Metodología de la Investigación, la aproximación planteada en la mayoría de los casos está desvinculada de la realidad vivida en la práctica por los estudiantes. Lo frecuente es que no haya una constante integración entre ésta y los fundamentos teóricos que se dictan en las clases. Esta brecha puede generar, incluso, resultados opuestos a los deseados. Se hace necesario, por tanto, realizar una aproximación práctica de la Metodología de la Investigación, que acompañe los imprescindibles fundamentos teóricos con una integración de las experiencias de los estudiantes de Medicina dentro del desarrollo de su formación profesional.

Por un lado, el currículo formal propuesto en el pensum de la carrera se desdibuja en la práctica y, por otro, se desatiende la enorme influencia del «currículo oculto», que ejerce su influencia mediante el ejemplo que los profesores dan a sus alumnos, a través los modos de ver y de comunicar y, también, mediante la adquisición de costumbres y rituales asumidos como normales o, incluso, deseables. El término "currículum oculto", también denominado "tácito", "latente" y "no escrito", Mossop1 lo define como aquellos "mensajes comunicacionales que se establecen en las interacciones interpersonales entre docentes y alumnos, tanto en ambientes clínicos como en otros escenarios".

Estos elementos permiten observar que hay una discrepancia entre lo enseñado y lo vivido, y que para el estudiante no existe un referente concreto en el cual apoyarse, cuando existen dilemas o dudas sobre aspectos de la investigación científica de la práctica médica.

La presencia de un profesor y/o tutor cualificado en este campo durante la formación podrían contribuir a la resolución práctica de estos dilemas. De esta manera, se contaría con un referente directo y cercano para discutir y resolver las dudas que se presenten en este sentido.

Sólo asumiendo abierta y frontalmente un verdadero proceso de formación para la investigación es posible responder adecuadamente a los retos que plantea la formación de buenos médicos para Cuba y el resto del mundo, caracterizado por competencias diagnósticas, terapéuticas, comunicativas e investigativas.

Guillermo Luis Herrera Miranda
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La brigada médica cubana en Bolivia y la Salud Familiar Comunitaria Intercultural (SAFCI)

Estimado Sr. Director:

Desde el 2007 Cuba mantiene una brigada médica estable en Bolivia,  cuya misión ha sido trabajar por la salud del pueblo boliviano. En el altiplano donde las cuatro estaciones se mezclan con una cultura andina legendaria,  a una hora de la Paz existe un municipio llamado Patacamaya, y en él labora una brigada integrada por cinco cooperantes de diversas provincias cubanas, con la misión de proporcionar a la población asistencia médica integral, completa oportuna y de calidad, en la promoción, prevención, recuperación, rehabilitación, así como formar parte de los escenarios docentes de formación del médico latinoamericano con servicios que se interrelacionan estrechamente con la comunidad, con la visión de brindar una atención de excelencia al pueblo boliviano.

En su quehacer diario la brigada ha enfrentado situaciones interesantes como confraternizar con la cultura andina en todas sus manifestaciones: dialectos, costumbres y creencias que han hecho muy compleja la misión de salud de la brigada.

El hombre andino habla en dialecto aymara, suelen reunirse para acullicar (chachar, mascar) hojas de coca,  le temen al cari cari (espíritu maligno), y confían en la medicina ancestral (laicas) y naturista (herbolaria, parteras) tanto o más que en la medicina biomédica, por lo que el ministerio de salud boliviano ha ido implementando la política de salud familiar comunitaria intercultural (SAFCI), para contextualizar los servicios de salud acorde a las características culturales de cada contexto.

En el Hospital Boliviano Español de Patacamaya se han dado pasos agigantados sobre todo en la implementación de estrategias en salud materno-infantil, con el objetivo de reducir la mortalidad materna y neonatal disminuyendo además el parto domiciliario,  promoviendo la atención conjunta de parteras y personal de salud, construyéndose espacios o salas de atención al parto con adecuación cultural, donde la paciente llega con su partera y es atendida en una habitación similar a su casa, con cama, recipientes para mate, presencia de la familia, y si en el transcurso del parto se presentara alguna complicación, es llamado el profesional biomédico que junto a la partera culminan la atención a la parturienta.

Desde esta perspectiva, la brigada médica cubana en el altiplano boliviano se ha sabido integrar a la experiencia de la interculturalidad, donde se reconocen, aceptan y valoran los saberes, conocimientos y prácticas de la población  y de los médicos tradicionales, buscando articular, complementar y reciprocar las capacidades de todos estos actores.

Desearía en este 30 aniversario de las revistas médicas pinareñas después del triunfo de la Revolución, me permita como estímulo de reconocimiento a los que durante esos años han trabajado por la ciencia desde Pinar del Río, que esta experiencia fuera compartida con los colegas cubanos y de otras nacionalidades que también hacen su aporte por el bienestar de muchos pueblos a través de la colaboración médica cubana.
Magaly Gort Hernández
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Raidel González Rodríguez, Juan Cardentey García
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A propósito del artículo: El proceso de formación de habilidades investigativas en estudiantes de Medicina mediante el método clínico

Estimado Sr Director.

De gran valor  resulta  la aparición en la Revista de Ciencias Médicas de Pinar del Río. Enero-febrero, 2016; vol. 20 (1) del  artículo, tanto por el significado que tiene para el desarrollo científico de la provincia como en  la formación del estudiantes de Medicina  y el futuro  médico   revolucionario,   como por el resultado de la investigación realizada por los autores, sobre la cual estamos muy a tono, aún más cuando conocemos la problemática.

La enseñanza de la Medicina ha estado influenciada por el desarrollo de las ciencias médicas y el modelo de práctica médica imperante, lo cual ha constituido una guía en la conducción del proceso formativo del médico en sus diferentes épocas de manera que el modelo médico se convierte en la aspiración o guía del proceso formativo.

Esta premisa conduce al docente a tener una correcta concepción de los modos de actuación que se pretende formar en el futuro egresado y del dominio del método clínico como vía para lograrlo, es decir,  las etapas que se deben cumplir durante su aplicación, así como los aspectos que particularizan la aplicación de este método en la asignatura o disciplina que se trate sin olvidar las vías de que dispone el profesor para lograrlo.

La incorrecta aplicación del método clínico debido a que la práctica médica ha otorgado prioridad al uso indebido de los procederes diagnósticos en detrimento del juicio clínico, constituye un problema, todo lo cual afecta también su enseñanza, ya que los docentes violentan las etapas establecidas para la aplicación de este método, el cual resulta fundamental para el estudio del paciente, además de ser útil para la formación de habilidades investigativas en estudiantes de la carrera de Medicina.

Desde mediados del siglo pasado las ciencias médicas han tenido un gran desarrollo en la técnica, y de cierta manera los especialistas han sido “impulsados” por nuevos medios diagnósticos que con frecuencia superan su propia preparación. Esto pudiera llevar a la falsa idea de que en esta época de tanto adelanto tecnológico con sofisticados equipos de laboratorio clínico, de Microbiología y de imágenes, y de notable desarrollo en la Inmunología y la Genética, el interrogatorio, el examen físico minucioso, el diagnóstico de síntomas y signos, el planteamiento de síndromes y de entidades nosológicas en la cabecera del enfermo van resultando obsoletos y que el método científico aplicado al proceso salud-enfermedad, o sea, el método clínico resulta inadecuado.

Considero se hace necesario incorporar de igual manera la enseñanza del método epidemiológico en la enseñanza de habilidades investigativas en  los estudiantes, de esa forma contaríamos con una gran  herramienta que constituye el método clínico y epidemiológico y ante los actuales perfiles de salud y enfermedad de la población cubana, resulta pertinente revisar algunos vínculos entre el método clínico y el método epidemiológico, que constituyen los métodos conductores para los procesos de revitalización o renovación del sistema de salud, para contribuir a los cambios que se requieren.

La revitalización del método clínico, como parte de las transformaciones necesarias del Sistema Nacional de Salud cubano, requiere de incorporar el pensamiento epidemiológico al lenguaje práctico real en el desempeño de los profesionales en un nivel de desarrollo muy superior al actual, para convertir en acciones un discurso en ocasiones en franca obsolescencia, si se compara con los avances que poseen la Clínica y la Epidemiología.
Luis Vivas Bombino, Margarita Gonzalez Tapia
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La revista pinareña, una visibilidad de la ciencia lejos de la Patria

Estimado Director-editor:

Existen momentos imborrables en la memoria de las personas que en ocasiones no medimos su magnitud de hechos que trascienden en la vida profesional y por qué no, también en lo personal.

Uno de esos fue el haber podido contribuir al desarrollo de la Revista de Ciencias Médicas de Pinar del Río que usted dirige con su habitual estilo colaborativo acompañado de personas de varias edades, eso es muy gratificante.

La historia de la Universidad de Ciencias Médicas de Pinar del Río recoge reconocimientos en la etapa que me correspondió como Rector, otorgados por autoridades del país entre otros, y por decisores de las publicaciones biomédicas cubanas considerando la calidad de su producción científica, muy merecidos.

Hoy, desde la colaboración médica en Brasil realmente es un evento muy importante para los profesionales salubristas,  en especial, los pinareños la imagen y visibilidad a la ciencia que está dando nuestra revista en especial para los que estamos lejos de la Patria.

El papel de la revista fue clave en la acreditación de nuestra universidad médica para ser la primera de su tipo en obtenerla. Felicidades a su colectivo por tanta dedicación y entrega al trabajo bajo su conducción, maestro.

Sirva este mensaje de estímulo por tanto que han hecho y seguirán haciendo como expresan en su lema por el “30 aniversario al servicio de la ciencia desde Pinar del Río”.

Muchas felicidades

José Ángel Véliz Gutiérrez
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Luis Vivas Bombino
 
A propósito de la responsabilidad jurídica del médico.

Estimado Sr. Director:

La responsabilidad médica tiene antecedentes muy remotos. En la actualidad se estudian con cierta frecuencia los elementos que integran la responsabilidad médica y las soluciones legales oportunas; empero, se ignoran las bases bioéticas, filosóficas e históricas de la institución de la responsabilidad penal derivada de la actuación médica.

Muchos estudiosos del Derecho, sin abandonar las clásicas disquisiciones en sede penal, hoy vuelcan sus esfuerzos hacia la comprensión de una institución que si bien siempre ha tenido atisbos históricos, se nos presenta con perfiles diferentes y más complejos: la responsabilidad médica.

Creemos oportuno significar que los estudios sobre responsabilidad médica implican la comprensión de la mala praxis médica (actualmente ampliada a otros profesionales de salud) que se deriva de supuestos legalmente determinados: la impericia, la negligencia, la imprudencia y la inobservancia de los reglamentos.

Con regularidad, las investigaciones sobre el tema presente son soslayadas en nuestro país, pues se valora erróneamente que no existe responsabilidad profesional médica si en Cuba las instituciones de salud no tiene personalidad jurídica y la relación médico-paciente es gratuita, extracontractual y además, no se adjuntan documentos que contengan el consentimiento informado del paciente o en defecto de aquel, de familiares en todos los procederes médicos. Sin embargo, lo antes apuntado no demerita la existencia de obligaciones legales que se constituyen a partir de actuaciones médicas culposas, ya que la actuación de dichos profesionales es guiada por principios bioéticos conocidos como no causar daño y hacer el bien.

Las investigaciones relacionadas con la Bioética y el Derecho Médico se caracterizan en la actualidad por ser escasas, parciales, en tanto no integran disciplinas científicas que tienen como punto de conexión la responsabilidad médica, en un contexto en que se demanda además de la prestación de un servicio de salud con calidad, la capacitación de estos profesionales en torno a conceptos o categorías filosóficas y legales intrínsecamente vinculadas con el ejercicio de su profesión.

De lo antes consignado se puede concluir que la prestación de tales servicios y la determinación de la responsabilidad en los casos que proceda, soportan la gestión como proceso con todas sus fases, así como los procesos de auditoría médica que desarrolla el equipo médico auditor, órgano asesor del director en cada una de las instituciones hospitalarias. La activa participación en los procesos de gestión tiene un valor inigualable, toda vez que permite identificar las debilidades y amenazas asociadas al ejercicio de la profesión médica.

La responsabilidad profesional del médico en el capitalismo está relacionada necesariamente con el carácter mercantilista de esta sociedad, donde el servicio médico se compra y se vende. En la mayoría de los Códigos Penales, con excepción de los de España y América Latina, en los que se incluye taxativamente entre las causas de justificación el ejercicio de una profesión, cargo u oficio, se guarda silencio sobre la intervención médica. La doctrina burguesa ha logrado dar cobertura legal ante posibles lesiones que sobrevienen como resultado de la impericia y la negligencia del médico durante el cumplimiento de su obligación.

Para nuestro país el servicio médico y la relación médico-paciente, como lógica expresión del modelo socio-económico que escogimos, no se sustentan en concepciones normativistas para las cuales la actuación médica y la responsabilidad dependen fundamentalmente de los términos pactados en la relación jurídica, y el único objetivo que se persigue es cumplir cada cual con su parte obligacional y en función de intereses privados. Entendemos que el médico se erige como el profesional que tiene no sólo función curativa, sino también profiláctica y humanitaria, y el paciente como valor supremo, siendo pues la atención médica alcanzada por nuevas dimensiones.

Vistos estos particulares, puede afirmarse que la responsabilidad médica es una variante y parte de la responsabilidad profesional, y es la obligación a que están sujetos los médicos de sufrir las consecuencias de ciertas faltas por ellos cometidas en el ejercicio de su arte y que puede originar una doble responsabilidad: civil y penal. Nos parece pertinente agregar a tal concepto que esta acción puede verificarse también en el ámbito de lo administrativo.

En este sentido, la auditoría médica, concebida como método específico de control de la calidad de la asistencia médica, es vehículo eficaz, pues permite la evaluación de los procesos y documentos a partir de la actuación médica y otras actividades hospitalarias en base a indicadores y requisitos convenidos y establecidos que constituyen la guía de la auditoría.

Resulta comprensible, después de estos sondeos generales, afirmar que el análisis de la responsabilidad médica, como institución del Derecho, trasciende los límites más ordinarios de concebirla como la obligación que tienen los médicos y demás profesionales de la salud de responder ante la Ley cuando han dañado a sus pacientes, para ocupar el punto neurálgico de debates teórico filosóficos y legales.

María Esperanza Mirabal Mirabal, Liyanis Santana Sanatana, Ana María Pereda Mirabal, Annia Teresa Acosta Cardoso
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Un sueño realizado

Estimado doctor Joaquín:

Los médicos de Pinar del Río soñaban con tener una publicación para dar a conocer los resultados de sus investigaciones, teniendo en cuenta que la divulgación de los documentos debidamente actualizados y los resultados de las investigaciones realizadas era una condición imprescindible para el desarrollo científico, ascendente y dinámico, ya que ello significaba un intercambio positivo de experiencias que es el paso inicial para la obtención de conquistas ulteriores.

Para lograr este sueño recibieron el apoyo del Consejo Provincial de Sociedades Científicas y el Centro Provincial de Información de Ciencias Médicas de Pinar del Río identificado con las siglas CPICM-PR, y es en el año 1974 que crea el Boletín Ciencias Médicas de Pinar del Río con su volumen número uno que abarcaba los meses de septiembre a diciembre del propio año.

En esos momentos el presidente del Consejo de Sociedades Científicas era el Gastroenterólogo Dr. Juan Francisco Álvarez Guasch, en el cual, él y la Sonia Nordet Carmona en su función de Directora del CPICM-PR agruparon a profesionales de alto nivel científico para conformar el comité de redacción.

El comité inicial contó entre sus miembros a los siguientes médicos: Dr. Hernán Prieto, Otorrinolaringólogo; Dr. Humberto Rodríguez Hidalgo, Clínico; Dr. José Fernández Alfonso, Gineco-Obstetra; Dr. René Hernández Valdés, Pediatra; Dr. Severino Matos, Epidemiólogo; y el Teniente Médico Dr. Calixto Bruzón.

La responsabilidad coordinadora de la edición del Boletín era el propio Centro Provincial de Información pinareño ubicado en la calle Velez Caviedes No. 27 (norte) en la propia ciudad de Pinar del Río.

Con el decursar de los años y ante la creciente necesidad de contar con una revista se crea en el año 1986 la Revista Médica, con una edición de mil ejemplares con un valor de un peso, siendo este el volumen 1, número 1, enero-abril de 1986, que ha motivado la loable iniciativa del merecido reconocimiento como el inicio de las revistas médicas pinareñas tras el triunfo de la Revolución, aniversario 30 que orgullosos celebramos en este año.

Esta decisión contó con el apoyo del Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba en la provincia y miembro del Comité Central del PCC, el compañero Orlando Lugo Fonte y con el Consejo Provincial de Sociedades Científicas de Pinar del Río y el auspicio de la dirección provincial de salud.

La revista contó en su dirección con el Dr. Leonel Soto León designado por su condición de Presidente Consejo Provincial de Sociedades Científicas, el Dr. Andrés Marín Ortega, jefe del Departamento Provincial de Docencia y el Dr. Teobaldo Triana Torres, decano de la Facultad de Ciencias Médicas.

Integraron el equipo editorial el Dr. Orlando Publio Valdés Hernández, como secretario de redacción, entonces director del CPICM-PR; y un consejo de redacción integrado por los doctores Pedro Díaz Mendoza, Gineco-Obstetra; Rafael García Portela, Clínico; Mario Hernández Cueto, Cirujano; Marco Antonio Montano Díaz, Clínico; Mario Sánchez Mojarrieta, médico Bioquímico, y la licenciada Alina Portilla del Cañal vice decana de Investigaciones de la entonces incipiente Facultad de Medicina.

La organización y entusiasta acogida permitió que un nutrido grupo de especialistas de las instituciones sanitarias pinareñas participaran en un consejo asesor, que quedaría integrado por la Dra. Heida Hernández Elías, Psiquiatra; Dr. Hermes González Fonte, Radiólogo; Dr. Gustavo Díaz Martínez, Oftalmólogo; Dr. Rigoberto García de los Ríos, Gineco-Obstetra; Dr. Julio Rodríguez Florido, Cirujano; Dr. Pedro Alexis Díaz Rodríguez, Fisiólogo; Dr. Jorge Piñón Pérez, Cardiólogo; Dr. Lázaro Torres Hernández, Anatomía Patológica; Dr. Orlando Busutil Olano, Cirujano.

Otros integrantes fueron, el Dr. Jorge René Díaz Fernández, Epidemiólogo; Dr. Leonel Martínez Torres, Estomatólogo. Dr. José A. Chirino Rodríguez, Ortopédico; Dr. Rolando Pastrana Fernández, Urólogo; Dr. José Hidalgo Velázquez, Anestesia; Dr. Rolando Villafuerte Correoso, Cirugía Plástica; Dr. Herminio Jordán, Pediatra; Dr. Anselmo Serrano, Cirujano y los Licenciados Teresa Vera Castillo, enfermera y Bernardo Fernández Hernández, Psicólogo. El Dr. Julián Gárate Domínguez Director Provincial de Salud que también participó como miembro.

El primer número de la revista contó con un sumario, que incluía un prólogo de la autoría del Cro. Orlando Lugo Fonte y la presentación de 10 investigaciones que abarcaban diferentes especialidades.

Esta publicación, que tuvo un receso motivado por el Período Especial, a través de los años ha ido creciendo en calidad y profesionalidad, adaptándose a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación pasando en un momento oportuno al formato digital.

La incorporación al uso de las novedosas tecnologías electrónicas y por el sistema abierto de publicaciones conocido como Open Journal Systems o por sus siglas OJS, se convirtió en un serio reto pero, esa determinación fue decisiva para que la comunidad científica pinareña y los usuarios dentro y fuera del país registrados en la publicación, contaran con un espacio científico de elevada calidad, para una mayor divulgación de la labor que se venía gestando con el desarrollo de la salud pública y otras esferas del conocimiento en la región occidental con el auge de los programas de la Revolución.

La obra vista en el tiempo lleva el recuerdo de tantas personas como los nombrados pero también la de numerosos técnicos en información científica, bibliotecarias y los trabajadores de los talleres gráficos que asumieron esa tarea como algo nuevo para el sector en la provincia.

Cada uno de los trabajadores encargados de llevar adelante este sueño trabajaron incansablemente hasta lograr que la revista fuera certificada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Citma, ser referada y posesionarse en internet a través de SciELO para representar de forma digna a nuestros abnegados profesionales de la salud, dándole la posibilidad a autores cubanos e incluso extranjeros, muchos de ellos graduados en el país a motivarse por enviar sus propuestas a un proceso editorial caracterizado y reconocido por su calidad, que lo ubica en el Grupo 2 de las publicaciones seriadas científicas internacionales y actualmente aceptado y replicado por más de 50 bases de datos internacionales y de universidades del primer mundo.

Es de destacar el trabajo realizado por su actual director el Dr. Joaquín Pérez Labrador que ha dirigido de forma eficiente estimulando a un colectivo a la superación y el perfeccionamiento en las técnicas de esta importante área del conocimiento, la producción científica, que incluye a varios equipos juveniles que bajo la tutela del comité editor, dirigen y procesan los trabajos de la Revista Universitaria Pinareña de los estudiantes de las carreras de Ciencias Médicas de la Universidad de Ciencias Médicas de Pinar del Río.

El esfuerzo de su estilo de dirección colegiada con esos equipos ha permitido lograr que cada día esta publicación electrónica gane en credibilidad y que sus perfiles cumplan con los requisitos de la ciencia actual, como le ha sido reconocido por las autoridades de las publicaciones médicas cubanas.

Felicitamos a los pinareños por contar con este reconocido logro y en especial a quienes hicieron posible este éxito para la Educación Superior cubana desde la región más occidental de Cuba.

En estos momentos recordamos las palabras del compañero Lugo Fonte cuando en el año l986 expresara en el prólogo de su primer número: "… Estoy convencido que esta revista, que hoy se edita por primera vez, constituye un instrumento útil y necesario que se inserta en los esfuerzos que desarrollan los trabajadores de la salud en Pinar del Río para contribuir a que nuestro país se convierta en una potencia médica, tal como ha proclamado Fidel".

Rafael Ángel García Portela
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En ocasión de los 30 años de las revistas médicas de Pinar del RíoEstimado profesor:

La Salud Pública en Cuba emprendió un ascenso progresivo y acelerado asistencial, docente e investigativo. La provincia pinareña no fue ajena a este desarrollo y ya en la década del 80 se contaba con un hospital con reputación asistencial y docente en donde además, se realizaban investigaciones de calidad; una facultad de Medicina con un claustro de reconocido nivel y un numeroso grupo de las especialidades médicas habían constituido sus filiales provinciales de las Sociedades Nacionales, hoy denominados Capítulos.

Por varias razones se hacía necesaria una publicación donde los investigadores pudieran presentar sus trabajos. No se contaba desde el año 1959 con ninguna publicación en la provincia que pudiera satisfacer esa necesidad, menos una revista dedicada a ese perfil y en las publicaciones nacionales existentes era extremadamente difícil publicar por la demanda que tenían.

En ese entonces en el desempeño como Presidente del Consejo Provincial de Sociedades Científicas de la Salud se gestionó ante el Cro. Orlando Lugo Fonte, Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba en la provincia, la publicación de una revista médica, con una detallada fundamentación de la necesidad, su repercusión y el prestigio que la misma traería a la salud pública en Vueltabajo y para la propia provincia.

La idea fue acogida con gran entusiasmo por Lugo Fonte y en una reunión posterior, donde participaron miembros de la Dirección Provincial de Salud, hizo mención que había adoptado la decisión de aprobar la publicación de una revista científica de salud.

En la reunión participó el Dr. Andrés Marín Ortega, vicedirector provincial de Docencia, que mostrando mucho interés en la tarea, me cita para conocer, agilizar y brindar su apoyo en los preparativos que permitieran hacer realidad la publicación.

La tarea me fue encomendada en mi condición de Presidente del Consejo Provincial de Sociedades Científicas de la Salud y al Dr. Orlando Publio Valdés Hernández, en ese momento Director del Centro Provincial de Información de Ciencias Médicas, que asumiríamos la tarea como Director y Secretario de Redacción de la revista respectivamente, y las labores de su confección e impresión estarían a cargo del Taller 01 de la Empresa de Artes Gráficas.

El trabajo fue arduo y difícil. Sin experiencia alguna y la ausencia de una persona disponible para el asesoramiento, menos aún los trabajadores de la imprenta, enfrentados por primera vez a confeccionar una revista de características complejas diferentes a lo que habitualmente realizaban en sus linotipos.

Este ambicioso propósito llevó abundantes horas dedicadas a emprender la tarea en que el doctor Valdés junto al novel director estuvieran en la imprenta analizando con el tipógrafo Miguel Paz Rodríguez, el linotipista José Arencibia Cancio+, Antonio Monterrey, Alberto León Cecilia y otros del colectivo de trabajadores en el Taller 01, la forma de imprimir los temas, sus tablas y gráficos, el diseño de la portada y así ocurrió con cada uno de los números que fueron publicados.

Se constituyó un Consejo de Redacción integrado por los doctores Pedro Díaz Mendoza, Rafael García Portela, Marco Antonio Montano Díaz, Mario Sánchez Mojarrieta, Mario Hernández Cueto y la licenciada Alina Portilla del Cañal, vicedecana de Investigaciones de la facultad de Medicina, encargada de revisar científicamente los manuscritos propuestos para publicar. El doctor Valdés y la licenciada Neyda Pérez Govea, filóloga del Centro Provincial de Información de Ciencias Médicas,efectuaban la revisión y corrección de estilo.

La revista contó con un Consejo Asesor de 26 miembros formado por Jefes de Grupos Provinciales, Presidentes de Filiales de Sociedades Científicas y otras personalidades de la medicina pinareña.

El primer trimestre de 1986 salió a la luz el número 1 de la Revista Médica Pinareña para iniciar el volumen 1 que en su portada consta el auspicio del Consejo Provincial de Sociedades Científicas de la Salud y su ISNN como registro de publicación científica periódica con la previsión de una salida trimestral. La portada muestra su identitaria procedencia con el escudo pinareño sobre un soporte de tono azul claro.

En el número 2 se modificó mejorando ostensiblemente el diseño de la portada al contarse con material de mejor calidad y realizar su grabado en los talleres del periódico Guerrillero. En el primer volumen/año se publicaron tres números pero debido a dificultades para la obtención de los materiales necesarios para la impresión continuó la publicación con la salida de un número anual hasta que en 1990 se publicó el último ante la imposibilidad de su impresión por el advenimiento del Periodo Especial, concluyendo la etapa de las publicaciones impresas.

Es importante recalcar la meritoria y fundamental actividad desplegada por el doctor Valdés Hernández en la organización de la recepción de los trabajos, su corrección de estilo por la licenciada Pérez Govea y la distribución equitativa de la Revista Médica Pinareña en la provincia.

Un signo de justeza es enfatizarla labor de todos los trabajadores de la imprenta que de una forma u otra participaron en la realización de la revista, varios ya fallecidos, como la perdida física de los doctores Orlando Publio Valdés, Andrés Marín Ortega y la licenciada Alina Portilla del Cañal y de otros miembros del Consejo Asesor inicial y del taller gráfico.

En 1997, por entusiasta iniciativa de la licenciada Portilla del Cañal, vicedecana de Investigaciones, se reactiva la actividad del Consejo Provincial de Sociedades Científicas de la Salud y se reinicia con el uso de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, la publicación electrónica con el nombre actual de Revista de Ciencias Médicas de Pinar del Río, retomando por designación su dirección, y como vicedirectora es nombrada la Dra. Heida Hernández Elías en su condición de directora del Centro Provincial de Información de Ciencias Médicas y la licenciada Carmen Isabel Padrón Novales como secretaria de redacción.

El desarrollo científico asistencial de la provincia se incrementaba progresivamente y las labores docente asistenciales ocuparon el mayor tiempo de mis labores, por esa causa asumo las funciones de editor en el Consejo de Redacción para la revisión y aceptación de los trabajos pasando las actividades del proceso de digitalización a la doctora Hernández Elías y la licenciada Padrón Novales, siendo esta última la que se ocupaba de la recepción y el estilo de los trabajos, el control y la impresión digital de la revista junto a otros compañeros en diferentes funciones que permitieron con su esfuerzo continuado mantener la salida de la publicación.

En el año 2006 con motivo de una salida para cumplir colaboración médica ceso como director hago entrega al DrC. Julio Héctor Conchado, vicedecano de Posgrado e Investigaciones de la Facultad de Ciencias Médicas en esos momentos.

Indudablemente fue una experiencia responsable en momentos en que no existiendo condiciones óptimas se supo aupar esfuerzos entre profesionales, técnicos y obreros de la gráfica para dar inicio a las publicaciones médicas después del triunfo de la Revolución.

Es una satisfacción apreciar el reconocimiento que la actual dirección del colectivo editorial ha realizado al legitimar el origen de las revistas médicas pinareñas con esa etapa en la historia que correspondió desempeñar a tantos valiosos compañeros que aportaron a la identidad local como lo han realizado los que hoy la conducen, con la merecida valoración nacional e internacional alcanzada por su calidad, un encomiable aporte a la primera universidad médica certificada del país y a la provincia de Pinar del Río.

Leonel Soto León
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A la felicidad del heroico y revolucionario pueblo pinareñoEstimado compañero:

Soy pinareño y afirmo que siempre me preocupo por saber todo lo que sucede en esa provincia, como es lógico lo bueno me da mucha alegría y lo malo tristeza.

Tuve la desgracia de nacer 23 años antes que triunfara la Revolución cubana y desde muy pequeño comencé a oír como le llamaban a mi querida provincia, la cenicienta.

Al principio no podía comprender porque ese nombre y sus causas, en la medida que fui creciendo llegue a comprender la realidad de la situación, ese nombre fue producto de la gran miseria y desolación que le toco vivir a nuestra provincia.

Todos sabemos la brutalidad del régimen capitalista, pero en algunos lugares como el caso de los pinareños fue mucho más cruel; eso lo pude sentir en carne propia ya que nací y me crie en una familia de doce hermanos que junto a mis padres tuvimos el oficio siempre de jornaleros, algo muy parecido a la esclavitud.

Cuando hablo de este asunto no se me puede quitar de la mente aquella situación, que yo diría casi por casualidad pudimos salvar la vida.

Sin embargo, tuve la suerte de poder participar de manera activa en revertir esa cruel situación, primero que todo, participando de forma modesta en derrotar la tiranía que durante tanto años oprimió al pueblo de Cuba; después del triunfo hasta cambiar la vida de los pinareños en la dirección del Partido y del Gobierno, hasta aquel histórico día donde escuchamos al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz cuando dijo "la cenicienta se ha convertido en una princesa".

La vida de los pinareños ha cambiado sustancialmente, todas las conquistas de la revolución se han visto realizadas en ese querido territorio, no es necesario hablar de todas, pero quiero referirme a una de esas conquistas, la salud de nuestro pueblo.

Años tras años se ha experimentando un logro tras otro, siento en estos momentos el orgullo de haber sido participe en una buena parte de los logros de la salud pública ayudando y contribuyendo, con la dirección de salud, los médicos, el personal paramédico y todos sus trabajadores a estos avances.

Es muy difícil hacer comparaciones, porque las diferencias son tan grandes que solo los que lo hemos vivido podemos asegurar que es una absoluta verdad.

En el primer número de la Revista Médica se describió que ni las estadísticas podían computar la mortalidad infantil que existía en aquella época. Sin embargo, cuando llegamos a la tasa de 14 por mil nacidos vivos, fue una inmensa alegría para todos los pinareños, y quizás yo dejado llevar por esa alegría y el entusiasmo de todos, porque conocía la voluntad, la capacidad del personal de la salud que teníamos y junto a su espíritu de sacrificio, plantee que no estaba conforme con esa cifra, que solo aceptaría esa alegría con una tasa de mortalidad inferior a la que tenía Estados Unidos, aquello parecía una utopía, pero hoy la mortalidad infantil en nuestra provincia es la más baja de Cuba; aquella idea se convirtió en una hermosa y tangible realidad.

Se pudieran decir muchas cosas más, pero quiero recordar dos hechos que nos llenan de tristeza pero a la vez de mucha alegría; recuerdo la conversación que tuvimos en una ocasión junto al compañero Jaime Crombet, con mi amigo el Dr. Leonel Soto, Nefrólogo de la provincia, cuando con casi con lágrimas en los ojos nos decía que no contaba en el territorio con los equipos suficiente para realizar diálisis a los enfermos de los riñones; y que por esa razón muchos de ellos fallecían, no pudiéndosele alargar un poco más la vida, y hoy vemos cómo ha cambiado esa situación, la cantidad de equipos instalados en Pinar del Río, donde no se queda ningún paciente en aplicarle esa necesaria técnica .

También hay que recordar la epidemia del dengue hemorrágico en nuestro país, donde fue afectada sensiblemente nuestra provincia y al Comandante en Jefe llamando constantemente para conocer la situación y sobre todo el estado de salud de los pacientes; el mismo en persona nos indicó que había que hacer con urgencia una sala de terapia en el pediátrico provincial y se construyó, se puede asegurar, en tiempo record.

Estoy seguro que a todos estos logros que ha obtenido la salud en mi provincia ha contribuido mucho la Revista de Ciencias Médicas de Pinar del Río, no solo publicando artículos o trabajos de interés científico técnicos sino, como una información a nuestro pueblo, para que pueda conocer y sentirse además orgulloso de la salud pública que tiene la provincia Pinar del Río.

Quiero aprovechar esta oportunidad para darle a ustedes, la dirección de la revista, sus colaboradores, la dirección de salud de la provincia y la Universidad de Ciencias Médicas, las gracias, por darme la oportunidad de ofrecer esta modesta contribución y que tengan la seguridad que siempre como hasta ahora estaré dispuesto a poner mi granito de arena a la felicidad del heroico y revolucionario pueblo pinareño, felicidades.

Orlando Lugo Fonte
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